LA PROMESA, GILLIAM MACBETH-LOUTHAN
Con el tiempo acelerándose y la vida que no va más lento, nos encontramos con que no podemos mantener todas las promesas que nos hicimos a nosotros mismos, a nuestra alma y a nuestros seres queridos. Nuestras intenciones son grandiosas, pero son sólo palabrería, pues apenas podemos estar a la altura de las circunstancias para llegar al final del día. Tenemos la sensación de caminar en arena mojada, mientras nos hundimos más y más en un lugar de letargo. Podemos echarle la culpa al mes de Cáncer o a la alineación estelar o a la erupción solar, pero todos sabemos que hemos perdido nuestra vitalidad. Como una copa de champán llena de soda, no estamos alcanzando nuestro máximo potencial. La orilla parece cada vez más lejana mientras nadamos por nuestras vidas sin costa a la vista. Nos cansamos esperando en el semáforo, esperando que cambie la luz, esperando que algo nos diga que lograremos pasar este rompemuelles. La luz en nuestro interior busca un poco de sombra mientras la presión externa crece hasta el punto de ebullición. Queremos culpar a alguien o a algo, pero en el fondo sabemos, en algún nivel, que somos energéticamente responsables. Los sentimientos de culpa están abarrotados para paseos de fin de semana mientras galantemente hacemos a un lado todo lo que se nos presenta. Nuestras copas están llenas y rebosando ansiedad y preocupación por lo que evitamos otro desmonoramiento emocional.
Dentro del ser humano hay una semilla de esperanza, un patrón divino que ha prometido no irse jamás. Una semilla que permanece implantada sin importar cuán inclementes puedan ser el clima y las tormentas de la vida. Muchas personas se han esforzado duramente sólo para ver sus sueños enterrados en un suelo sediento y estéril. Han seguido su patrón divino hacia un desierto donde casi nada crece y la tierra no brinda apoyo. Se han exigido a sí mismos financiera, emocional y físicamente, arando una tierra que es hostil y no desea sustentar lo que su corazón anhela.
A medida que sus sueños comienzan a marchitarse bajo el sol del mediodía del caos y la manipulación terrenal, la luz de la esperanza parece desvanecerse; el corazón comienza a cerrarle la puerta a la esperanza. Nos volvemos como robots intentando no sentir la tristeza en nuestro corazón. No queremos renunciar a lo que vive en nuestro corazón, pero no vemos que las estaciones cambien a nuestro favor.
Todas las manos del planeta se estiran para tomar lo poco que hay, empujándolos hacia más miedos y lágrimas y desesperanza. Mientras siguen tratando de que el dinero dure hasta fin de mes, la cuerda se aprieta más y más alrededor de sus sueños y parece exprimirles la vida misma. Desde ahora hasta el 2012 la energía va a dar coces como una mula vieja. Nos esforzamos mucho por escapar de esta dura realidad, pero la vida nada hacia nosotros con la boca abierta hambrienta para tomar todo y cualquier cosa. Cualquier ilusión de control se mantiene firmemente en el cuerpo como dolor, mientras le anunciamos al mundo lo que no vamos a hacer, más ruidosamente que lo que nos veremos forzados a hacer por medio de la vida y circunstancia.
Nuestros cuerpos gritan y patalean y nuestra alma hace piruetas girando sin control mientras las estaciones del tiempo exigen toda nuestra atención. Todas las consideraciones personales quedan a la espera mientras estas vastas energías entran en nuestro campo de búsqueda. El reflejo de lucha o huida galopa a través de nuestro sistema biológico mientras las glándulas bombean adrenalina con fuerza como caballos en una carrera de un cuarto de milla. Nos adentramos para abordar la raíz del problema mientras lo que es materialmente invisible nos da una paliza, como los niños vecinos en una pelea con bolas de nieve, que no tiene intención de dañar, pero aun así duele.
Nos sentimos impotentes y desesperados pues nuestros sueños parecen marchitarse en la viña. Nuestra capacidad de nutrir se ha convertido en la necesidad de sobrevivir. Comenzamos a entrar en pánico buscando la escotilla de escape; cualquier cosa debe ser mejor que toda esta conmoción planetaria. Todos estos acontecimientos fueron predichos durante muchos años, pero no quisimos escuchar y no quisimos ver. Ahora nos hallamos en este espacio vacío pidiendo que nos rescate quien sea y lo que sea. En esta situación de no ver el mal, no oír el mal, no hablar el mal, el olor del peligro flota en el aire. ¿Cómo podemos, pobres de nosotros, luchar contra las elecciones de las personas que hacen la vista gorda a lo que es correcto e incorrecto? ¿Cómo podemos restaurar el equilibrio de un mundo en declinación?
Es hora de levantarnos de nuestros cansados traseros y defender todo lo que creemos. No somos pequeños en luz ni en corazón. Estamos destinados a marcar una diferencia, sin miedo a las consecuencias. Somos responsables de nuestras acciones o inacciones.
Tenemos las herramientas cuantificadas para cambiar las moléculas de todo lo que parezca arrebatarnos nuestra libertad de elección. Parecemos ir a la deriva en un mar que parece más grande que nosotros. Estamos remando con nuestras esperanzas y sueños astillados. No somos títeres para ser encordados sin previo aviso. Somos los salvadores de un mundo que se ha deshecho. No somos ciegas víctimas de una estafa, hemos venido a este mundo con los ojos bien abiertos.
Tenemos una Gran Promesa que vive en nuestro corazón y nuestra alma. Esta gran promesa proyecta una Luz más grande que cualquier sombra de duda. No les corresponde a los demás decidir nuestro destino. Los cielos esperan que nos convirtamos en el cambio que buscamos. Cada pensamiento es valioso y cuenta. Recuerden su Juramento Álmico y promesa.
Gillian MacBeth-Louthan
PO Box 217 Dandridge, Tennessee 37725-0217 www. thequantumawakening.com thequa ntumawakening@Gmail.com
Traducción: Margarita López
Edición: Susana Peralta Sitio oficial de El Despertar Cuántico en
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